Los autobuses eléctricos, con nuevas
baterías de gran autonomía, son la mejor opción para proporcionar un transporte
público eficiente en nuestras ciudades.
Martes 7 de marzo de 2017 l
Heraldo de Aragón
Según un reciente
estudio de ‘Navigant Research’, «en la próxima década los autobuses eléctricos
serán lo más habitual en las principales ciudades de Europa y Norteamérica».
Para esta prestigiosa publicación, los principales motivos son la evolución tecnológica
y la caída de precios de las baterías; y las políticas en favor del transporte
eléctrico impulsadas por la problemática medioambiental en las ciudades.
Están apareciendo
en el mercado una gran cantidad de fabricantes de autobuses eléctricos
provistos de baterías de gran calidad y autonomía, que precisan una sola recarga
nocturna en cocheras, haciendo innecesarias las infraestructuras de carga en ruta.
La autonomía de los autobuses eléctricos actuales, en general, es superior a
los 200 km;
y en las firmas más avanzadas, como BYD, supera los 350 km. Proterra, con su
autobús Catalyst E2, alcanza autonomías de unos 600 km. Dispone de motores
en rueda con frenado regenerativo, recuperando el 92% de la energía cinética y
está acondicionado para el transporte de 77 pasajeros, de los que 40 disponen de
asiento. En el mercado se ofrecen autobuses eléctricos articulados y de doble
planta (imposible en los tranvías), permitiendo la utilización de una cantidad
asumible de unidades para proporcionar el mismo servicio que con los tranvías.
Con las baterías de
nueva generación, está previsto y anunciado por parte de las más importantes firmas
de vehículos eléctricos, que en los próximos cinco años se incrementará la
autonomía al doble de la actual, de forma que se impulsará la movilidad
eléctrica generalizada, sin contaminación, con mínimos costes de mantenimiento y
mínimos consumos energéticos.
Tanto los tranvías
como los autobuses eléctricos son los medios de transporte más respetuosos con
el medio ambiente, pero en la actualidad, el principal argumento claramente a
favor de los autobuses eléctricos es el económico, ya que para proporcionar una
misma prestación a los ciudadanos su coste es del orden de tres veces inferior
al de los tranvías; y sin tener que someter a la ciudadanía a las graves
limitaciones y obstrucciones debidas a los raíles y catenarias. También debe
tenerse en cuenta que en los tranvías la energía se tiene que suministrar al
vehículo en los períodos de mayor coste de la electricidad, mientras que los
autobuses eléctricos actuales, gracias a su autonomía, se pueden recargar
principalmente por la noche y, por consiguiente, a un precio muy inferior.
A los argumentos
económicos a favor de los autobuses eléctricos, hay que añadir la superior maniobrabilidad
y la mejor adaptación a las necesidades y a las variaciones de los diferentes
recorridos, lo que justifica que las principales ciudades del mundo estén
optando por su utilización, considerándose entre los expertos que en la próxima
década su uso en el transporte público será mayoritario.
Otro argumento a
favor del autobús eléctrico es que, gracias a la disponibilidad a bordo de las
baterías de gran capacidad, puede aprovechar al máximo la radiación solar que
incide sobre él, mediante la instalación de un techo fotovoltaico. Con las
tecnologías actuales, con un techo solar en el autobús puede obtenerse de media
hasta un 15% de la energía consumida por el vehículo a lo largo del año,
incrementándose la proporción a medida que se vayan aplicando los avances
tecnológicos que se van consiguiendo. También debe tenerse en cuenta que, con
las tecnologías de carga rápida en paradas estratégicas, además de permitir el
aprovechamiento de la radiación solar sobre las pérgolas y aledaños con techo solar,
en los autobuses puede reducirse ostensiblemente la cantidad de baterías,
disminuyendo el peso e incrementando el espacio disponible. En este contexto, los
sistemas de carga sin contacto físico, por inducción, gozan de una gran
aceptación.
La adopción de las
técnicas de almacenamiento energético en los tranvías para los tramos sin
catenaria y la mejora de la eficiencia por recuperación en frenadas y
deceleraciones mejoran las prestaciones de los tranvías convencionales, acercándose
en estos aspectos a los autobuses eléctricos, pero se sigue con el sistema de
troles y raíles que es su principal coste e inconveniente.
Las tecnologías de
carga rápida distribuida a lo largo del recorrido son las más adecuadas para su
adaptación a la futura sustitución de las baterías por los supercondensadores de
alta potencia y capacidad energética, con mucha mayor duración y rapidez de
respuesta.
La comunidad
científica está convencida mayoritariamente de que la fuente energética
necesaria para el futuro desarrollo de la humanidad será la radiación solar, de
la que podemos obtener miles de veces la que necesitamos, utilizando las
tecnologías de conversión directa a energía eléctrica con células
fotovoltaicas, asociada a los sistemas de almacenamiento para permitir su
gestión y adaptación a las características precisas para su utilización.
La utilización de
la movilidad eléctrica en las ciudades, alimentada con los recursos energéticos
locales, colabora a la proliferación masiva de la generación eléctrica distribuida
con fuentes renovables, haciendo innecesarias para las aplicaciones en
superficie las fuentes fósiles de cualquier tipo. Y también hace innecesaria la
utilización de las infraestructuras de los sistemas centralizados,
introduciéndonos en un escenario aparentemente utópico, desconectado de la red
centralizada y centralizadora. La tecnología necesaria, con la robustez y la
fiabilidad adecuadas, está conseguida y en plena y constante mejora; los costos
están disminuyendo y ya en la actualidad comienzan a ser competitivos.
Los autobuses
eléctricos son actualmente los mejor adaptados al futuro escenario
energéticamente autosuficiente, proporcionando el servicio al transporte
público de la forma más rentable y eficiente.
Mariano Sanz,
profesor emérito de la
Universidad de Zaragoza
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