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jueves, 20 de julio de 2017

EL EJIDO (Almería) Carril bici ¿chapuza o postureo?

Por Serafín Pedrosa

Tras las obras de construcción de varios tramos de carril-bici en El Ejido, y discusiones de todo tipo, tanto con ciclistas como usuarios de vehículos a motor y/o peatones, creo necesario aclarar algunos conceptos, desde mi punto de vista.

A veces -irónicamente claro-, antes de diseñar una infraestructura en cuestión es bueno tener claro los objetivos de la misma. En el ámbito de la movilidad urbana, el fomento del uso de la bicicleta está en auge. El objetivo principal de incorporar un carril-bici al entramado vial urbano no es otro que con el fomento del uso de la bicicleta se disminuyen los desplazamientos de los vehículos a motor: sacar coches de nuestras calles, no sacar las bicicletas de la carretera que es muy diferente. Este objetivo no puede, ni debe entrar en conflicto con los derechos del peatón, que es por supuesto el objetivo prioritario de la movilidad urbana.

Al diseñar este tipo de infraestructuras se debe priorizar, sino hay espacio suficiente para todos, la eliminación de espacio público para los vehículos (entre el 30 y el 40% de la ciudad) sobre los demás usos, y no trasladar el conflicto coche-bici al conflicto bici-peatón. Pero en el diseño de los tramos de carril-bici, recientemente implantados, no se han tenido en cuenta estos objetivos, más bien al contrario. 
  • El diseño de la mayor parte del carril-bici se ha planteado quitando espacio al peatón (primer error), en ocasiones se le ha quitado todo el espacio.
  • ¿Cuánto espacio se resta a los vehículos a motor? prácticamente ridículo (segundo error).
  • El tercer error es los fallos de diseño propios del carril-bici, que hace que no resulte tan “atractivo” para su uso, conforme a los objetivos previstos y la inversión realizada. 
Los principales errores son: la falta de continuidad de la vía; continuos cortes en el carril, dando prioridad a los vehículos que cambian de vía, giran o que se incorporan a ella, (en contra del código de circulación, artículos 23. 5 LSV y 64, 2º párrafo RGC). Por ejemplo en el tramo implantado en “El Treinta”, en 400 metros hay seis stop para las bicicletas, ninguno para los vehículos.

Además estas interrupciones de la vía aumentan la inseguridad del ciclista contrariamente al objetivo pretendido, más intersecciones igual a más peligro. Hay obstáculos en el firme, arquetas, adoquines, trancos al cambiar de firme, cambios de nivel, etc. que dificultan la circulación. Por no decir, de los cambios bruscos de giro, tramos compartidos con peatones o estrecheces incomprensibles como en la rotonda de la cuesta de Almerimar que no cabe casi ni una bicicleta y sin embargo está habilitada para doble sentido y para compartir con peatones. Afección a otros modos de movilidad: al eliminar el arcén en algunos tramos aumenta el peligro de accidentes tanto si el vehículo gira para el sentido contrario de circulación como si hay que frenar de emergencia o para adelantar a vehículos lentos. 

También los peatones salen perjudicados ya que se les reduce el espacio a usar en ocasiones casi en su totalidad, salvado la legalidad con señal de uso compartido, trasladando el conflicto con los vehículos al peatón-bici.

Asimismo es escasísima la señalización vertical, aunque la horizontal hay que reconocer que está bastante bien, pero existen zonas sin pintar -solo punteadas-. La señalización vertical que es la que más ven los vehículos, más permanece y tiene prioridad, brilla por su ausencia. También hay pasos complicados obviados: tanto en la carretera de las Norias como en la de Almerimar el cruce de la autovía se ha obviado, precisamente los puntos más necesarios de solucionar, son los que no se solucionan. Y aquí quiero aclarar, que el paso para cruzar hacia el hospital es urgente que se arregle, y no tanto para los ciclistas, que también, pero sobre todo para muchas personas que van andando, incluso con carros de bebé, que corren un grave peligro.

Todo esto hace que un ciclista deportista no vaya a usar mayoritariamente el carril-bici, y que tampoco aumente significativamente el porcentaje de desplazamientos diarios en bici, respecto a los que ya se hacían. Otro aspecto por lo que pienso que lo que se ha hecho es “postureo” y de “estadísticas” es la falta de otras medidas de fomento de la movilidad sostenible, pues no podemos perder de vista que todo forma parte del conjunto de la movilidad urbana, y que unas influyen en las otras. Si de verdad se quiere apostar por el cambio de movilidad urbana contaminante por una baja en carbono, con las enormes ventajas que supone para el entorno urbano, es necesario implantar un enfoque integral de medidas de oferta y de promoción de la movilidad sostenible, entre las que deben estar el templado del tráfico rodado para permitir flujos compartidos con otros vehículos; infraestructuras para la bici que permitan un uso sin rupturas, y sin producir problemas a los peatones; mejora de la densidad y la diversidad de los usos del suelo urbano, disminución del espacio dedicado a los vehículos motorizados, fomento y aumento de los viajes a pie y del transporte público, proporcionar herramientas de información, sensibilización y concienciación, involucrando a la gente en eventos y actividades sociales que permiten experimentar el uso urbano de la bicicleta; campañas y fomento sobre grupos específicos: familias, escolares, etc. y talleres educativos y de promoción (días de la bicicleta).

De esta forma y arreglando las “chapuzas” de diseño señaladas, podremos decir que la apuesta de nuestro municipio por la movilidad sostenible es firme y no “postureo”. Pero no basta con eso, también todos y todas tenemos un papel que cumplir, todos debemos aportar nuestro granito de arena, y el primer paso es cumplir (y conocer) las normas de tráfico y después respetarnos mutuamente, ya se circule a pie, en bicicleta o motorizado.

Sin el compromiso suficiente en todos y cada uno de nosotros resulta improbable que las estrategias y las actuaciones para una movilidad sana, pacífica y en convivencia obtengan los resultados esperados. Si no se avanza en esta senda de la movilidad sostenible, la mayoría de las personas seguirán sintiéndose inseguras, incómodas y con poca confianza para montar en una bicicleta

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