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miércoles, 14 de marzo de 2018

Cómo los holandeses no consiguieron más peatones...

... ni los van a poder conseguir al paso que van


27 de febrero de 2012 (hace 6 años!!!)

Publicado en Bicicletas, ciudades, viajes...

Nos gusta ver estos videos en los que se nos relata cómo consiguieron los holandeses esas ciclovías de las que tanto presumen y que tanto ansía el resto del mundo. Es interesante todo ese proceso social y esa oportunidad económica que ahora todo el mundo está viendo reproducida en esta gran crisis que nos azota, con el petróleo marcando máximos históricos y este descontento social generalizado.

Sin embargo, parece mentira que esa misma gente que aboga por una ciudad mejor deje pasar por alto algo que no es cuestión menor cuando, más allá de la pura ciclabilidad y de esa gran ciclabilización social, ponemos el objetivo en construir ciudades más habitables y su relación con el uso abusivo del coche.

El que ha visitado y el que ha vivido en esas ciudades ciclistas se habrá dado cuenta que, es tal la masa crítica, que lo que se convierte en un reto es caminar más allá de los centros urbanos, que básicamente se reducen a media docena de calles peatonalizadas aisladas.


Obviar este asunto no es ninguna menudencia, tratar de equiparar ciclistas y peatones es ya una cuestión que reviste una gravedad fundamental porque, mientras las bicicletas siguen siendo vehículos y siguen, en escala, reproduciendo los problemas propios de la circulación (velocidades, capacidad de las vías, aparcamiento, accidentabilidad, robos, etc.) los peatones son absolutamente inocuos al resto de ciudadanos. De hecho, los peatones no son otra cosa que ciudadanos que para sus desplazamientos no utilizan ningún vehículo o que no lo hacen en su tramo terminal.

Comprender esto es vital para valorar los condicionantes que aportan unos y otros. Así, mientras los ciclistas necesitan facilidades para circular y aparcar y cuando tratan de hacerlo en espacios compartidos con los peatones, estos salen claramente perjudicados y su libertad de movimientos queda cercenada, los espacios puramente peatonales son espacios tranquilos, discrecionales, donde la gente discurre a su libre albedrío y donde niños y mayores pueden campar a sus anchas. Dichos espacios son idóneos para ejercer la actividad comercial, para pasear sin sobresaltos, son verdaderos puntos de encuentro, de socialización. 

A los que habéis visitado o vivido en estas capitales ciclabilizadas no os resultará extraña la labor policial de desmontar a los ciclistas en los espacios peatonales. Aquí parece una afrenta.


Todo esto sería discutible si, en esas conquistas históricas en esos países modélicos, hubieran conseguido reducir notablemente el uso del coche privado. Sin embargo, analizando la utilización porcentual en dichas ciudades y comparándola con nuestras denostadas poblaciones, lo que podemos observar es que, lejos de tener mejores distribuciones, en nuestras ciudades se usa, en general, menos el coche privado que en las suyas y, lo que es más importante, el porcentaje de viajes a pie o en bici es mucho mayor aquí que allá.

Y cómo nosotros podemos reducir a nuestros peatones tratando de fomentar la bici... 

Entonces ¿por qué esa insistencia por tratar de conseguir lo que allá han conseguido con las bicis en unas ciudades mucho más dispersas y más planas cuando aquí lo hemos conseguido con los peatones en unas ciudades mucho más compactas y de orografías más complicadas?¿Qué hace más deseables a los ciclistas que a los que caminan? ¿Que llevan bicicletas? ¿Que se las podríamos vender? ¿Que ganaríamos adeptos para nuestra causa?

... si seguimos el camino que hemos iniciado

No podemos ser tan necios y tan miopes que persiguiendo incrementar el número de ciclistas lo que consigamos sea reducir el número de peatones y de usuarios del transporte público. Tenemos que ser cautos a la hora de promocionar la bicicleta así porque sí, y mucho más de hacerlo en espacios peatonales porque sólo estaremos consiguiendo penalizar los tránsitos peatonales y estaremos disuadiendo a los viandantes pero no a los automovilistas.

Así pues, hay que tener bien claro cuáles son los objetivos que perseguimos y dejar de hacernos componendas con eso de que más ciclistas significa inevitablemente menos coches aunque sea, como dijo aquél, por la increíble carambola de restar usuarios del transporte público y que éste se haga más atractivo para los usuarios del coche. Si queremos ciudades amables, entonces necesitamos peatones. Cuantos más mejor. Lo demás son cuentos.


http://bicicletasciudadesviajes.blogspot.com.es/2012/02/como-los-holandeses-no-consiguieron-mas.html?m=1

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